Consecuencias de la crisis energética: inflación mala y riesgo de estanflación en Europa

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Fuente: https://www.eleconomista.es/

Consecuencias de la crisis energética: inflación mala y riesgo de estanflación en Europa

  • Jefferies: «La continua subida de la energía es una amenaza para el crecimiento»
  • BNP Paribas: «La mala inflación, con el tiempo, puede acabar en estanflación»
  • Oxford Economics: «Está empeorando el trade-off entre inflación y crecimiento»
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Parque eólico Utgast, en el distrito de Wittmund, Baja Sajonia, Alemania. Foto de Alamy

La reunión de la OPEP de esta semana ha dado otro empujoncito a las presiones inflacionistas que está sufriendo buena parte del mundo. La fuerte subida del gas, el carbón y el petróleo se une al resto de problemas en la oferta que están generando un auge de los precios que empieza a ser preocupante (coincide con la desaceleración de la recuperación). Algunas regiones como Europa corren el riesgo de ver un aumento, principalmente, de la ‘inflación mala’.

Europa es importadora neta de esas materias primas que todavía necesita para completar su mix energético y, sobre todo, para mantener la movilidad interna (el petróleo es aún fundamental para el transporte). Esto supone que Europa se queda la subida de precios, mientras que otras regiones (exportadoras netas de energía) disfrutan de unos ingresos mayores, que compensan la subida de precios que también están viviendo.

Hace escasos días, Bank of America Merrill Lynch calculaba que los hogares europeos iban a tener que pagar 500 euros más al año por la subida del gas y la electricidad. Una parte de este alza de la energía irá a parar a las eléctricas y las gasistas (el dinero se queda en la economía), otra a los gobiernos (a través de más impuestos), pero otra parte importante se marcha a los países que exportan gas o carbón. En el caso de la gasolina, queroseno… es más grave, puesto que Europa no produce apenas petróleo y la mayor parte del sobrecoste de estos combustibles se marcha en forma de mayores beneficios para los países productores de petróleo.

Víctima de la ‘mala inflación’

Por ello, en Europa un incremento de la tarifa energética suele ser una pésima noticia para la economía. El banco francés BNP Paribas ha publicado una editorial en el que advierten de que Europa está siendo víctima de «la mala inflación, que es el refleja más bien los shocks del lado de la oferta. Esta es, hasta cierto punto, la situación que se está desarrollando en la zona euro y otras economías debido al reciente aumento enorme de los precios del petróleo y el gas. La mala inflación pesa sobre la renta real disponible de los hogares y, por tanto, sobre el gasto».

Estos expertos explican en la nota publicada que la inflación tiende a evolucionar de forma procíclica, normalmente es más elevada cuando el crecimiento es más fuerte. «Un aumento de la inflación durante un repunte del crecimiento es una buena noticia, al menos inicialmente». En este caso, la subida de los precios corresponde a una demanda fuerte, un mercado laboral en pleno empleo, al alza de los salarios y la capacidad de las empresas para subir precios sin que se vean dañadas sus ventas y su actividad.

Más riesgo de estanflación

Una parte de la recuperación de la zona euro está generando es ‘inflación buena’ que viene de la mano del nuevo ciclo de crecimiento y de la recuperación de la demanda. Pero otro parte relevante es producto de los shocks externos en la oferta (como ocurrió en los 70 y los 80) que solo traen inflación. Desde Jefferies, en un análisis sobre el mercado global, reconocen esta semana que «la continua subida de los precios de la energía plantea una clara amenaza para el crecimiento debido al impacto en los ingresos reales de los consumidores. Aquí permanece el riesgo de que tengamos un susto con la estanflación, algo no visto desde la década de 1980″.

La estanflación es una de las peores combinaciones para la economía. En un escenario de este tipo coinciden un crecimiento económico bajo (lenta o nula creación de empleo) con una subida de precios intensa. Las empresas tienen que lidiar con una subida de costes imparable que terminan trasladando al consumidor, mientras que estos ven reducido su poder adquisitivo, porque sin un crecimiento real de la economía, sus salarios están condenados a perder poder adquisitivo.

Desde BNP Paribas reconocen que «con el tiempo, una ‘mala inflación’ puede acabar provocando estanflación, un crecimiento decepcionantemente bajo y una inflación demasiado alta. A juzgar por la cantidad de referencias en los artículos de Bloomberg, las preocupaciones por la estanflación han mostrado una tendencia ascendente durante varios años. Sin embargo, recientemente, el tema se ha disparado, lo que refleja los temores a que las elevadas presiones sobre los precios de los insumos terminen dando un golpe a las perspectivas de crecimiento».

Dilema en la banca central

La ‘inflación mala’ genera en los bancos centrales un dilema importante. Por un lado pueden optar por no hacer nada y mantener sus políticas expansivas para apoyar a una economía débil, pero con el riesgo de que la inflación se mantenga más alta durante más tiempo. La otra opción es subir tipos para suavizar la inflación a costa de deprimir aún más la economía.

Otra parte negativa de la ‘inflación mala’ es que «su impacto suele ser mayor para los hogares que se encuentran en la parte baja de la distribución de la renta, considerando que destinan una mayor parte de sus salarios al pago de combustibles, luz y calefacción. Además, estos hogares también presentan una menor tasa de ahorro».

El binomio crecimiento-inflación empeora

Aunque no todo el mundo incluya el riesgo de estanflación en sus escenarios, sí que existe cierto consenso a la hora de reconocer que el binomio crecimiento-inflación es cada vez menos favorable. En una nota publicada por Oxford Economics este martes destacan que las métricas de riesgo sugieren un empeoramiento a este respecto. Hace unos meses se preveía un crecimiento económico dominante, junto a una inflación controlada y baja, «mientras que ahora los panelistas ven una probabilidad significativa de una inflación elevada durante los próximos dos años junto a la perspectiva de un crecimiento más débil».

Todo ello puede afectar de forma muy negativa al consumo. Los economistas de Danske Bank advertían esta semana sobre esta esta situación: ahora mismo los salarios negociados de la zona del euro crecieron solo un 1,7% en el segundo trimestre, mientras que las tasas de inflación serán superiores al 3% durante el resto de este año. Todo apunta a una erosión del poder adquisitivo, que se reflejará en una notable desaceleración del consumo privado de la zona del euro.

Además, la emergente crisis energética europea no solo afectará a los ingresos reales, sino que también podría provocar interrupciones en la producción en la industria manufacturera como ya se han visto en China, incrementando los problemas de oferta y dando ‘alas’ a la inflación mala.

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