Definir las características del terreno, hallar el modelo de aerogenerador más adecuado, lograr resistencia ante huracanes… son solo algunos de los retos para obtener energía del viento.
A la altura del siglo XXI no son pocos los peligros que amenazan la estabilidad de nuestro planeta tal y como lo conocemos. Más allá de conflictos bélicos, epidemias o inestabilidad política, hay un mal que también parte de las actitudes irracionales de nuestra especie, y cuya principal consecuencia puede ser la destrucción del medio ambiente y, con él, de la propia humanidad.
La explotación desmesurada de los recursos naturales, sin dar al concepto de desarrollo sostenible su lugar dentro de los pasos agigantados de la era moderna, es una preocupación latente expuesta en los más disímiles escenarios internacionales, y que ha rendido frutos en la materialización de acuerdos conjuntos que apuntan a una mayor conciencia de los Estados en relación a tan sensible problemática, aunque haya otros que le den la espalda irresponsablemente.
Sin duda, uno de los pasos más importantes en pos de esa meta es la utilización de fuentes renovables de energía, que permitan una independencia paulatina de los combustibles fósiles. Ello, lógicamente, no parte solo de una voluntad ambientalista, tiene también un fuerte componente económico, pues la mayoría de estas alternativas requieren grandes inversiones para su puesta en marcha, pero luego, su eficiencia y estabilidad implican la recuperación de ese monto inicial.
Dadas las potencialidades de la Isla, además de los parques fotovoltaicos, diseminados por todo el país, el uso del viento como fuente de energía también cobra fuerza entre los proyectos inversionistas que se ha trazado la nación.
ENERGÍA EÓLICA: UN RETO DEL PRESENTE
Aprovechar la energía del viento no es algo novedoso, el hombre la utiliza desde hace mucho, y con el paso de los años y los avances científicos y tecnológicos se ha consolidado por su eficiencia.
Por tanto, convertirla en electricidad permite una generación que, entre otros beneficios, no contamina, pues no emite sustancias tóxicas ni genera residuos, permite reducir el uso de combustibles fósiles y por lo tanto propicia una notable sustitución de importaciones, todo lo cual se traduce en desarrollo sostenible.
En Cuba existen varios parques de prueba, sin embargo, la más ambiciosa de las inversiones en este sentido, que ya se materializa, es la de los parques La Herradura 1 y La Herradura 2, un complejo de generación eólica, ubicado al norte de la provincia de Las Tunas, con un total de 54 aerogeneradores de 1,5 y 2,5 megawatt de potencia, respectivamente.
Dicho de esta manera parece una obra sencilla, pero ha supuesto retos desde diversos puntos de vista, pues la complejidad de su construcción requiere un alto nivel de detalles, el seguimiento permanente de los procesos vinculados a la ejecución del proyecto y el crecimiento profesional de todos los involucrados.
Una prueba de ello la dio, con sus palabras a Granma, la ingeniera Delisse Moreno García, directora general de la Empresa de Ingeniería y Proyectos de la Electricidad.
«Nuestra empresa comenzó su preparación desde los inicios de la concepción de la política de energías renovables, sobre todo de los técnicos, lo mismo dentro de nuestro país que en el extranjero.
«Es la primera vez que se hace un proyecto de este tipo, porque nosotros tenemos una serie de parques de prueba, pero de dimensiones mucho más pequeñas que en los que estamos trabajando acá. Estos parques se diferencian también en el proceso constructivo. La instalación de equipos modernos y de tan grandes dimensiones impone nuevos modos de hacer a la hora de la construcción, del montaje, de su ubicación en el terreno, incluso, a la hora de hacer las conexiones eléctricas. Todos los procedimientos asociados a estos aerogeneradores presentan cambios significativos, por lo tanto, eso tuvimos que estudiarlo y hacer varios proyectos de prueba antes de los originales».
Pero no solo en los aerogeneradores radican las complejidades, pues a decir de la ingeniera, aparejada a los parques está la subestación que evacúa la energía generada, y que para nuestro sistema es grande, compleja y moderna. «Yo creo que lo más importante es el beneficio, no solo para el pueblo de Las Tunas, sino para fortalecer el Sistema Electroenergético Nacional», apuntó.
LO QUE NO PUEDE PASARSE POR ALTO
En los últimos años, diversos modelos de aerogeneradores se han posicionado en el mercado, y una búsqueda superficial en la red de redes permite observar, incluso, diseños innovadores que rompen con la imagen tradicional que tenemos de ellos.
Sin embargo, lo fundamental en este sentido es que la selección del equipo se corresponda con ciertos parámetros del área donde será ubicado, entre los cuales se incluyen, lógicamente, la velocidad del viento y también las condiciones climatológicas imperantes.
La selección de los equipos que serán instalados en los parques tuneros tomó en consideración dichos aspectos, como lo explica el director de la unidad
empresarial de base de Energías Renovables, perteneciente a la Empresa de Ingeniería y Proyectos de la Electricidad, el ingeniero Yadiel Martínez Rodríguez.
«Lo primero que se hace es un estudio de viento que permite evaluar el recurso eólico en la zona y seleccionar el adecuado, de entre los tipos de aerogeneradores existentes en el mercado. En el momento en que se concibió el primer proyecto de La Herradura, las máquinas más consolidadas eran las de 1,5 MW. Cuando se estudia el proyecto de La Herradura 2, se lleva a cabo el mismo procedimiento y, en este caso, las máquinas de 2,5 ya estaban consolidadas y por lo tanto se decide apostar por esa potencia para el segundo parque.
«En función de la velocidad del viento que se mida en cada zona, se emplean máquinas diferentes. Una de las cosas que influye es la altura del buje o el tamaño del rotor. Hoy en el mundo se están utilizando máquinas de 3 MW a mayor altura y de manera experimental algunas de cuatro y cinco en función siempre del aprovechamiento. Volviendo a los proyectos de La Herradura, podemos decir que por la velocidad promedio de esta zona, que es de ocho metros por segundo, las máquinas que se instalarán permitirán un óptimo aprovechamiento».
La posibilidad real de que tormentas y ciclones tropicales golpeen al país es un aspecto que se tiene en cuenta constantemente en todos los planes estratégicos de nuestro Estado, y la construcción de parques eólicos no es la excepción. Al tema también hizo referencia Martínez Rodríguez.
«El proceso de selección pasa por la potencia, pero dentro de esa misma normativa está lo que se denomina la clase de la máquina. En ese caso podemos hablar de clase 1, 2, 3 y la clase S (especial), esa clasificación es la que define la fuerza de vientos extremos que puede soportar un aerogenerador.
«En el caso de Cuba, por ser un país azotado frecuentemente por fenómenos tropicales, se escoge para la zona oriental la clase 2 y en el caso del occidente es recomendable clase 1 o S. Estamos hablando de soportar un huracán categoría 4, sin que las máquinas sufran daño alguno. Vale destacar también que las máquinas tienen un sistema de orientaciones y otros procedimientos para protegerse en caso de un huracán.
«Una vez pasada la tormenta, si el aerogenerador no sufrió ningún tipo de avería solo se necesita tener el fluido eléctrico para que ellas puedan sincronizar y empezar a generar. Necesitan obligatoriamente la referencia de la red eléctrica para poder hacerlo, pero no llevan, por ejemplo como la termoeléctrica, un tiempo previo para poder iniciar la generación, sino que teniendo la referencia y el viento, automáticamente inician el proceso».
EL VIENTO: UN ALIADO PARA EL FUTURO
Dice un refrán popular que el sol sale para todos, y adaptándolo al asunto que nos ocupa, pudiera decirse que el viento también sopla sin distinciones. Es un recurso natural, inagotable, y que no solo es capaz de destruir, también puede utilizarse para crear algo tan valioso como la electricidad.
Cuando los aerogeneradores del norte tunero comiencen a dar vueltas a sus palas, el Sistema Electroenergético Nacional recibirá una inyección de más de cien megawatt. Por eso, son halagüeñas las noticias de que otras inversiones similares se acometerán en el país. Cuba mira hacia un futuro de energías limpias, económicamente más rentables y eso solo tiene un objetivo: desarrollo sostenible.
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