El cambio climático es una externalidad negativa global donde se emiten a la atmosfera, sin costo económico, las emisiones de gases de efecto invernadero, que derivan en el cambio climático (Stern, 2007). Así, desde la óptica de la teoría económica, atender el desafío del cambio climático requiere instrumentar un conjunto de políticas públicas en donde destacan, por ejemplo, el uso de diversos instrumentos económicos como el impuesto al carbono. La implementación estas políticas públicas, en forma eficiente, requiere conocer sus costos y beneficios económicos lo que requiere disponer de alguna estimación del costo económico, social y ambiental que ocasiona la externalidad negativa del cambio climático. De este modo, el concepto del costo social del carbono (CSC) es fundamental en la economía del cambio climático. El CSC busca identificar el costo económico que ocasiona una tonelada adicional de CO2 emitida a la atmosfera sobre las actividades económicas, el bienestar social y los ecosistemas (Stern, 2007, Watkins y Downing, 2008). El CSC se define como el valor monetario del daño causado al emitir una tonelada adicional de carbono en un momento dado del tiempo.
Las principales diferencias en los supuestos y valores de los parámetros que derivan en valor distintos del CSC se concentran en: a). El uso de distintas tasas de interés de descuento y de pesos específicos por nivel de ingreso per cápita (equity weights). b). El uso de diversos métodos y supuestos en la valoración económica. c). Diferentes formas de incorporar el riesgo y la incertidumbre sobre la ocurrencia de eventos climáticos extremos. d). La sensibilidad incorporada en los Modelos de Análisis Integrados (MAI) del clima a los niveles de concentraciones de CO2 en la atmosfera y el tiempo o el ciclo de vida del carbono.
La síntesis de la literatura de los valores del CSC se basó en el uso de diversas técnicas de meta-análisis (Borenstein et al., 2009) en donde se identifica un costo social del carbono de 25.83 dólares por tonelada, con rangos muy estrechos (24.99 a 26.67). Destaca, además, que este valor es sensible a la tasa de descuento utilizada, por ejemplo, el valor del CSC, con tasas de descuento cercanas a cero, es de 100 dólares la tonelada de carbono mientras que, con una tasa de descuento superior al 3%, se obtiene un CSC de 6 dólares por tonelada de carbono. Este valor de 25.83 dólares como CSC está en el espectro bajo-medio de la literatura económica y es probable que aumente en el futuro atendiendo a los potenciales efectos de retroalimentación entre el clima y los impactos económicos y a la identificación de nuevos efectos negativos del cambio climático tales como un aumento de las migraciones o como consecuencia de potenciales efectos de eventos catastróficos extremos.
Existen además estimaciones colaterales al CSC en donde destacan, por ejemplo, la construcción de Curvas Marginales de Costo de Abatimiento (CMCA) y el uso de impuestos al carbono o de mercados de carbono. En este contexto, destaca el uso creciente de las CMCA para propósitos de política pública, en específico, para los análisis de costo beneficio. Por su parte, los impuestos al carbono se aplican actualmente en una gran diversidad de países. Los rangos de estos impuestos oscilan desde 1 dólar por tonelada en países como México Polonia y Ucrania, hasta 126 dólares en Suecia. Actualmente, existen 20 esquemas de impuestos al carbono a nivel nacional y 2 a nivel región en Canadá (Banco Mundial y Ecofys, 2017). El valor promedio de estos impuestos es de 22.1 dólares por tonelada. Asimismo, destaca que los derechos de emisión de la Unión Europea disminuyeron en los últimos años drásticamente de 28 euros a menos de 5 euros. Sin embargo, es importante considerar que el actual precio del carbono del SCE de la UE no refleja el costo total de las políticas y medidas de mitigación de la UE (ICAP, 2017).
Los resultados indican un valor potencial del carbono de 25.83 dólares por tonelada de carbono a utilizar en los análisis de costo beneficio o de eficiencia económica e incluso un valor aproximado sobre el valor de un impuesto óptimo. Este valor puede considerarse como conservador ya que es más probable más noticias negativas que positivas en el futuro atendiendo a los procesos de retroalimentación climática y/o a la identificación de procesos socioeconómicos que aún no han sido plenamente analizados como las migraciones.
Desde la óptica de la política pública, identificar un CSC en el largo plazo ofrece una certidumbre que se convierte en un mecanismo fundamental para la innovación, los procesos de substitución de bienes y servicios intensivos en carbono y para preservar los niveles de ahorro e inversión futuros2 (Stern, 2007, Hoel, 2009 y Gerlagh y Liski, 2013). Así, por ejemplo, un CSC es un mecanismo fundamental para los sectores como la energía, el transporte, los bosques y en general para las políticas públicas referidas al cambio climático (Pearce, 2003). Estos procesos, además, se refuerzan; por ejemplo, las políticas públicas para detener la deforestación o el eliminar los subsidios a los combustibles fósiles reducen los costos de la mitigación substancialmente (Maddison, 1995).
De este modo, identificar y establecer un CSC resulta un instrumento particularmente útil en la construcción de políticas públicas referidas al cambio climático y al desarrollo sostenible. Ello, sin embargo, debe incluir el principio precautorio, el reconocimiento del nivel de incertidumbre asociado, los análisis de sensibilidad respectivos y el uso de análisis complementarios como las Curvas Marginales de Costo de Abatimiento (CMCA).
Parte del resumen ejecutivo del informe de la CEPAL. para el informe completo:https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/44423/1/S1800462_es.pdf
Los comentarios están cerrados.