Fuente: https://www.latinoamericarenovable.com
A menudo se elogia a Alemania por ser el líder en la transición a la energía renovable. Está cerrando sus plantas de energía nuclear para el 2022, y su capacidad será reemplazada por las renovables. Hoy en día, el país ya produce el 38% de su electricidad a partir de fuentes renovables, principalmente eólica y solar. Su objetivo a largo plazo es alcanzar el 80-95% para el 2050. Pero, ¿está Alemania en el camino correcto para alcanzar estos objetivos?
La primera fase de la transición energética alemana se ocupó principalmente de crear un mercado para las energías renovables y de reducir los costos de su tecnología. El país siguió adelante con sus llamadas tarifas de alimentación disponibles para todo aquel que quisiera participar en la revolución de la energía renovable de Alemania. Permitió que los ciudadanos comunes, los agricultores, las comunidades, los municipios y las cooperativas desempeñaran un papel en la configuración de la transición energética de Alemania. La política también incluía una norma que daba acceso prioritario a la red a toda la electricidad generada a partir de fuentes renovables. En general, esta combinación de políticas ayudó a Alemania a alcanzar sus objetivos en materia de energía renovable mucho antes de lo que nadie había previsto cuando se formuló por primera vez la política en 1990, y creó un sistema energético democrático en el que todos podían participar. Alemania fue considerada como un pionero internacional de la transición energética.
La segunda fase comenzó hace un par de años y es ligeramente más complicada que la primera. Se trata de gestionar la creciente proporción de energías renovables en el sistema, al tiempo que se controlan los costes. En esta segunda fase, las grandes instalaciones solares y eólicas con más de 750 kW de capacidad ya no califican para las tarifas de alimentación, sino que deben pujar en una subasta gestionada por el gobierno. Esta nueva política favorece a los grandes promotores que pueden presentar más fácilmente las ofertas más competitivas. Cada vez más, los ciudadanos, los agricultores y las cooperativas vuelven a ser simples espectadores en el sistema energético.
¿Adónde se fue la ambición?
Alemania ha llegado lejos, pero ahora está un poco atascada en el limbo. Carece de una visión, estrategia y narrativa clara de por qué el país necesita una transición energética. Sus responsables políticos han desestimado en gran medida los enormes beneficios para la sociedad que se derivan del cambio a las energías renovables. En consecuencia, no impulsan ninguna continuación ambiciosa de las políticas a pesar de que la poderosa comunidad empresarial y las grandes empresas de servicios públicos del país piden al gobierno alemán que mantenga el ritmo de la transición energética.
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