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La hidroelectricidad es actualmente la fuente más importante en la matriz eléctrica latinoamericana, y las tendencias apuntan a que continuará siéndolo en las próximas décadas. Sin embargo, el rol de la hidroelectricidad está cambiando, de una fuente de base a una fuente de respaldo, particularmente para apoyar la diversificación de la matriz eléctrica con otras renovables intermitentes.
Y si bien es cierto que la hidroelectricidad es una tecnología costo-eficiente, la construcción de nuevas centrales hidroeléctricas genera controversias, tanto por sus inversiones como por sus impactos ambientales y sociales. Por eso cabe preguntarse, ¿hacia dónde vamos?
Un sector que aún crece
La Asociación Internacional de la Hidroelectricidad (IHA, en inglés) publicó el mes pasado, como preámbulo a su congreso mundial, el reporte anual del estado del sector. Los datos muestran que en el 2018 entraron en operación en Latinoamérica cerca de 5 Giga-watts (GW) de nuevas centrales, impulsado principalmente por la entrada en operación de 3.055 Mega-watts (MW) de las unidades de Belo Monte (central de 11.000 MW) en Brasil.
Con esto, Brasil se ha convertido en el segundo país con mayor capacidad instalada en el mundo, con 104 GW, detrás de China que tiene 352 GW. Adicionalmente, los datos de la IHA muestran que, además de Brasil, entraron en operación 556 MW en Ecuador, 111 MW en Perú, 111 MW en Colombia, 110 MW en Chile, 61 MW en Guatemala, 55 MW en Bolivia, 46 MW en Argentina y 17 MW en Panamá, y se encuentran en construcción varios miles de MW en Brasil, Colombia, Bolivia, Ecuador y otros países.
Las proyecciones de la Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en inglés), apuntan a que la hidroelectricidad seguirá siendo una parte esencial de la matriz energética mundial, al 2040, particularmente para poder garantizar la seguridad de suministro, y al mismo tiempo lograr las metas de reducción de emisiones de carbono, previstas por el acuerdo de Paris.
Hidroelectricidad, la fuente de energía más barata en el mundo
Según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), en el 2018 las hidroeléctricas continuaron siendo una fuente costo-efectiva de suministro eléctrico, más barata que las energías fósiles e incluso más barata que la energía eólica y solar (al 2018). Esto es de particular relevancia en Latinoamérica, donde menos del 50% del potencial hidroeléctrico ha sido aprovechado, y donde existe una creciente demanda de energía (se estima que la demanda eléctrica crecerá entre 2,6% a 3,7% anualmente hasta el 2040).
Por otro lado, además de proveer energía (y almacenamiento de energía), las hidroeléctricas pueden proveer agua para riego, agua potable y control de inundaciones. Estos beneficios no siempre son contemplados y valorados al comparar costos de megavatio-hora de la hidrolectricidad con el costo de otras tecnologías. No todos los kilowatts-hora son creados iguales, unos traen más beneficios que otros.
Fuente: IRENA – Renewable Power Generation Costs in 2018
Las hidroeléctricas complementarán a otras fuentes en los próximos años
Mirando al futuro, y en términos de la planificación de los sistemas, es necesario pensar de forma integral, apuntando a encontrar una combinación óptima de tecnologías que sean de bajas emisiones, bajo costo y bajo impacto, a fin de maximizar los beneficios para la sociedad. En ese contexto, es evidente que el rol de la hidroelectricidad está cambiando, de una generación firme y de base, a una generación flexible y complementaria a la generación eólica y solar.
En muchos países la hidroelectricidad dejará de ser la fuente principal de suministro, y pasará a convertirse en una facilitadora de otras energías renovables. La capacidad de almacenamiento de las centrales hidroeléctricas, sumadas a su flexibilidad operativa, las convierte en un complemento tecnológico ideal para la generación variable. Pero la necesidad de nuevos embalses deberá ser cautelosamente evaluada, caso a caso, y vis-a-vis sus beneficios e impactos.
En ese contexto de restricciones para nuevos embalses, es esencial que la región pueda mantener, rehabilitar y modernizar su parque hidroeléctrico para complementar en los próximos años el desarrollo de otras fuentes de energía, como la eólica y la solar.
Las centrales reversibles, una oportunidad para la región
También como complemento a las fuentes variables, el almacenamiento por bombeo (conocido también como centrales reversibles) continúa siendo la forma más difundida de almacenamiento de energía eléctrica a nivel mundial, 94% de la capacidad de almacenamiento eléctrico en el mundo son centrales reversibles.
Esta es una tecnología antigua y conocida, que ha ganado un nuevo interés debido al crecimiento de las renovables variables. Varios países, como Australia, están invirtiendo billones de dólares en centrales reversibles para complementar el crecimiento de la energía eólica y solar. Paradójicamente, esta es una tecnología prácticamente no explotada en Latinoamérica, la región más hidroeléctrica del planeta.
A pesar de que en el mundo solo en el año pasado se instalaron 1,9 GW de centrales reversibles, llevando el total a nivel mundial a 160,3 GW, en Latinoamérica existen solo 1 GW en total instalados hace ya varias décadas y en otro contexto tecnológico. Claramente, una oportunidad, y una tarea pendiente en nuestra región.
Los sistemas deben ser planificados integralmente
Es evidente que las hidroeléctricas son proyectos complejos, a diferencia de otras renovables. Son “mega-obras” que no están exentas de controversia, tanto por sus costos y cronogramas (pues muchas veces son mal dimensionadas, o artificialmente optimistas), como por sus impactos, y la forma en que estos son identificados, mitigados y compensados (que no siempre fue la correcta).
Por ello, e ineludiblemente, cada proyecto hidroeléctrico debe partir de una planificación integral (de todo el sistema), seria, ordenada, y que involucre a la sociedad desde las etapas más tempranas. Asimismo, el proceso de diseño y construcción debe cumplir los más altos estándares técnicos, ambientales y sociales. En las palabras de Richard Taylor, presidente de la IHA: “…ya no existen escondites para malas prácticas o proyectos hidroeléctricos que sean una pérdida para la sociedad o el planeta.”
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